En la era de adelantos tecnológicos como los NFTs (Tokens No Fungibles) el dinero que puede llegar a generar un creador es directamente proporcional al entusiasmo que es capaz de producir en su comunidad de seguidores a través de sus creaciones, contrario a lo que sucede hoy con plataformas como Spotify, donde la monetización se alcanza a través de la publicidad. Así, el entusiasmo que lleva al vínculo podría ser la forma principal en la que el ecosistema de las industrias culturales y del entretenimiento sobrevivirá. Hemos de ser prudentes y considerar que aún es pronto para confirmar que los NFTs podrán servir para combatir enfermedades o luchar contra el cambio climático. Pero lo que continuamente parece confirmarse es que el futuro de muchas actividades, industrias y profesiones se escribirá con estas tres siglas. Ahora bien ¿dónde reside el futuro de los NFTs? El futuro de los NFT reside en la fuerza de su comunidad. Por ejemplo, en la música, será la comunidad de fans del artista quien sustente el valor del NFT. Pero lo mismo ocurrirá en la comunidad de inversores del sector inmobiliario, arte, periodismo, educación, salud o deportes. Javier Callejo Gallego nos recuerda en este post, que en su Teoría de la Evolución de las Especies, Darwin daba mayor relevancia a la adaptación grupal de las especies. En la competencia con otras especies, en un espacio determinado, lo importante es el grupo. Le daba más importancia a esto, que a esa idea de individuos fuertes, frente a individuos débiles condenados a desaparecer, porque se quedan en la cola de la marcha de la manada. La fuerza está en el grupo, de manera que pueden competir mejor contra otros grupos, si son capaces de colaborar eficazmente entre sí los miembros del grupo. Y los NFTs son eso: algo que agrupa, para competir con otros grupos, y facilitar la adaptación a lo que viene. Ahí está su futuro.